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La Guerra eterna: El inicio de la hipocresía

¿La lucha contra las drogas es una excusa para ampliar el poder estatal?

Tenés que saberlo02/10/2025Redacción EnSanJuanRedacción EnSanJuan

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El Pretexto y la Agenda Oculta

En la narrativa oficial, la llamada "Lucha contra las Drogas" se presenta como una gesta moral, una cruzada inevitable del Estado para proteger a la sociedad de un mal intrínseco. El lenguaje es bélico, absoluto, binario: una "guerra" que debe librarse a cualquier costo. Sin embargo, un análisis histórico y geopolítico riguroso revela una verdad mucho más cínica y, para muchos, aterradora: la prohibición de ciertas sustancias es, en esencia, un instrumento de control social y una excusa para la expansión ilimitada del poder estatal. Se trata de una guerra diseñada para no terminar jamás.

El objetivo central de esta serie de artículos es desmantelar el mito de la prohibición, exponiendo cómo ha servido, a lo largo de la historia, para justificar la militarización, el aumento del gasto público y, sobre todo, la restricción progresiva de las libertades civiles, siempre bajo el manto protector de la "seguridad".

Esta visión crítica no implica, bajo ninguna circunstancia, un fomento al consumo o la venta de sustancias ilícitas.

La responsabilidad individual sobre el cuerpo y la mente es inalienable y sagrada. El desprecio hacia quienes ceden su voluntad al consumo descontrolado de cualquier tipo de droga es una postura que sostenemos sin titubeos, pues la libertad comienza con el autodominio. Sin embargo, el análisis debe centrarse en la política, no en la moralidad privada. El vicio es una elección, pero la criminalización del vicio es una herramienta del poder.

Artículo I El inicio de hipocrecía 

El Hombre y la Ley del Poder

La historia de la humanidad es la crónica incesante de la lucha por la autonomía de la conciencia. Los estados, desde sus albores, han entendido que el poder más peligroso no reside en las armas del enemigo, sino en la mente inorganizada y libre del ciudadano. El vicio, el éxtasis y la experimentación personal han sido, por lo tanto, el primer blanco de toda tiranía, pues representan una voluntad que opera fuera de los edictos del césar, del inquisidor o del burócrata. La "Lucha contra las Drogas" es, en este contexto, solo la manifestación más reciente y globalizada de esta antigua ley del poder.

El Fantasma de las Bacanalia

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La juventud de Baco William Adolphe Bouguereau (1825-1905).

El primer gran precedente de cómo el Estado convierte un acto privado en un crimen contra sí mismo se remonta a la Antigua Roma, con la prohibición de las Bacanalia en el año 186 a.C. Estas celebraciones extáticas en honor a Baco, que incluían un alto consumo de vino sin diluir y, posiblemente, otras sustancias, fueron objeto de una represión brutal por parte del Senado.

El historiador Tito Livio, en su monumental obra Ab Urbe Condita, retrató estas reuniones como focos de depravación y conspiración política que amenazaban la fibra moral de la República, y que debían ser erradicadas. Fue bajo el impulso del cónsul Postumio que se emitió el Senatus consultum de Bacchanalibus, una legislación que no buscaba la reforma, sino la erradicación de los cultos, imponiendo la pena capital a sus líderes y restringiendo las reuniones de creyentes a la aprobación directa del cónsul.

Sin embargo, los académicos contemporáneos, como el historiador de religiones Walter Burkert en su obra Religión Griega Arcaica y Clásica, y otros estudiosos del derecho romano, son escépticos ante la versión histérica de Livio. La verdadera amenaza no era la moralidad individual.

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El pánico real del Senado radicaba en el hecho de que el culto a Baco era popular entre plebeyos, esclavos y mujeres; es decir, las clases sin poder, que lograban organizarse fuera de la vigilancia y el control patricio, creando una estructura social paralela al Estado.

El cónsul Postumio, el principal promotor de la ley, no estaba combatiendo el consumo de vino o la orgía como tal, sino la organización autónoma y la libertad personal que trascendía las rígidas normas de la República Romana. Fue, en esencia, uno de los primeros ejemplos de un "delito sin víctimas" en la jurisprudencia occidental.

La prohibición romana sentó una base escalofriante: el Estado se arrogaba la autoridad no solo para castigar el daño a terceros, sino para legislar sobre la moralidad y la conciencia individual, un principio que el derecho romano clásico había evitado cuidadosamente.

La Edad Media

Este precedente de control se extiende a la Edad Media. Las persecuciones de la Inquisición, si bien centradas en la herejía, también criminalizaron el uso de plantas psicoactivas y rituales paganos, que eran comunes entre las parteras y curanderas rurales.

El Malleus Maleficarum (El Martillo de las Brujas), un manual infame del siglo XV, equiparaba el conocimiento herbario (a menudo ligado a sustancias alteradoras de la conciencia) con la brujería y la alianza demoníaca.

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En la Europa de los siglos XV al XVII, la caza de brujas, que resultó en la ejecución de decenas de miles de personas, fue un mecanismo de control social brutal que eliminó el conocimiento popular sobre la medicina natural y el uso medicinal de psicotrópicos, consolidando el monopolio de la medicina oficial (y estatal) y la moralidad religiosa.

El miedo al desorden, al éxtasis no controlado por la Iglesia o el Estado, se convirtió en una herramienta formidable para la uniformidad y la obediencia.

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Vuelo de brujas, 1798, Francisco de Goya.

La esencia del problema, como lo resumió Lysander Spooner, no es la sustancia, sino el principio de que "los vicios no son delitos". Si un hombre solo se daña a sí mismo con su comportamiento, ¿qué autoridad tiene el gobierno para intervenir?

Spooner argumentó que un gobierno que castiga los vicios usurpa un poder que pertenece al individuo, transformando un error privado en un crimen contra el Estado. Esta es la base filosófica del libertinaje moral.

Si bien la criminalización de las drogas ha existido esporádicamente, la verdadera máquina prohibicionista, la guerra perpetua que conocemos hoy, requirió la confluencia de intereses económicos y prejuicios raciales de la era moderna, un capítulo mucho más oscuro.

La historia nos enseña que cuando un Estado teme el pensamiento o el comportamiento incontrolado de sus ciudadanos, recurre a la criminalización de actos que son, en el fondo, manifestaciones de la libertad de conciencia.

La Bacchanalia no fue prohibida porque el vino fuera malo, sino porque el Senado temía la asamblea sin vigilancia. Este temor a la organización espontánea y a la libertad privada es la semilla de la moderna Guerra contra las Drogas.

La idea de que el Estado es el único garante de la moralidad y la salud de sus ciudadanos es una falacia peligrosa que históricamente ha conducido al autoritarismo y a la justificación de la fuerza militar dentro de las fronteras.

La lección de la Antigüedad es clara: el Estado que comienza castigando el vicio pronto termina aplastando la disidencia, pues ambos son vistos como amenazas a la uniformidad del orden público.

FUENTES: Las Drogas y el Hombre | 5 mil años de historia con Nicolás Moras y Martín Venegas Ortega, (Video de YouTube), Historia General de las Drogas, Antonio Escohotado (Espasa, 2021), Los Vicios No Son Delitos, Lysander Spooner (Unión Editorial, 2021), Ab Urbe Condita, Tito Livio (Clásico), Religión Griega Arcaica y Clásica, Walter Burkert (Harvard University Press, 1985), Malleus Maleficarum, Heinrich Kramer y Jacob Sprenger (Clásico del siglo XV).

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