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¡Alerta de Spoiler! Impuestos, más ciudadanos, más contribuyentes, más impuestos. Al final nos preguntamos ¿Qué otros eventos aumentaron la cantidad de pasadores de impuestos?
Historia10/09/2025
Redacción EnSanJuan

Todo el mundo es ciudadano romano
La concesión de la ciudadanía romana a la mayoría de los habitantes libres del Imperio, un evento monumental en la historia de Roma, es un tema de profundo debate y análisis histórico. Conocido como la Constitutio Antoniniana, este edicto fue promulgado por el emperador Caracalla en el año 212 d.C. A primera vista, podría parecer un acto de generosidad imperial, una extensión de los derechos y privilegios romanos a una población más amplia, marcando un paso hacia la igualdad dentro de un imperio vasto y diverso. Sin embargo, los historiadores han argumentado que la motivación principal de Caracalla no era la benevolencia, sino la pragmática necesidad de incrementar los ingresos del Estado.

El Imperio Romano, a principios del siglo III d.C., enfrentaba considerables desafíos económicos. Décadas de expansión militar y mantenimiento de un vasto ejército habían agotado el tesoro público. Las costosas campañas contra los partos y los pueblos germánicos, junto con los generosos pagos a los soldados, ejercían una presión inmensa sobre las finanzas imperiales. El sistema fiscal existente, que dependía en gran medida de los impuestos sobre la propiedad y el comercio, no era suficiente para cubrir los crecientes gastos de una administración cada vez más compleja y un ejército en constante movilización.
La solución de Caracalla fue tan simple como radical: expandir la base imponible. Antes de la Constitutio Antoniniana, muchos habitantes del Imperio, aunque libres, no eran ciudadanos romanos y, por lo tanto, estaban exentos de ciertos impuestos. Entre los más lucrativos se encontraba el vicesima hereditatum, un impuesto del 5% sobre las herencias, y el vicesima manumissionum, un impuesto del 5% sobre la manumisión de esclavos. Ambos impuestos se aplicaban exclusivamente a los ciudadanos romanos.
Al otorgar la ciudadanía a prácticamente todos los hombres libres del Imperio, Caracalla convirtió a millones de personas en contribuyentes elegibles para estos impuestos. Esto representó una expansión masiva y abrupta del grupo de individuos sujetos a estas cargas fiscales. De un plumazo, la base imponible se multiplicó exponencialmente, asegurando un flujo de ingresos mucho mayor para el tesoro imperial. Los derechos que venían con la ciudadanía, como el acceso a la justicia romana, eran en gran medida un subproducto de la motivación fiscal subyacente.

La medida fue recibida con sentimientos encontrados. Para muchos provincianos, la ciudadanía romana era un símbolo de estatus y una puerta de entrada a mayores oportunidades dentro del Imperio. Sin embargo, para otros, especialmente las élites locales, significaba la imposición de nuevas y onerosas obligaciones fiscales. El edicto de Caracalla no solo afectó a los impuestos sobre herencias, sino que también consolidó la autoridad del emperador para imponer otras cargas tributarias a una población más amplia, facilitando la recaudación de fondos para sus campañas militares.
La Constitutio Antoniniana no solo fue una maniobra fiscal, sino también un reflejo de la evolución del propio Imperio. A medida que Roma dejaba de ser una entidad centrada en la península itálica para convertirse en una superpotencia euroasiática, la distinción entre ciudadano y no ciudadano se volvía cada vez más artificial. Caracalla, al romper esa barrera, aceleró un proceso de integración que ya estaba en marcha, aunque lo hizo motivado por una necesidad económica apremiante más que por un ideal de igualdad.
A pesar de sus beneficios inmediatos para el tesoro, el edicto de Caracalla no resolvió los problemas financieros a largo plazo del Imperio. La inflación, el gasto militar desenfrenado y la inestabilidad política continuaron socavando la economía romana en las décadas siguientes. La decisión de Caracalla, si bien fue un golpe maestro a corto plazo, no pudo contrarrestar las fuerzas sistémicas que estaban llevando al Imperio hacia una crisis del siglo III, un periodo de profunda inestabilidad y declive.
En este contexto, la medida se entiende mejor como un último intento desesperado de un emperador por financiar su ambición personal y militar. Caracalla era conocido por su inestabilidad y sus gustos extravagantes, y su reinado estuvo marcado por un gasto público desmedido. La expansión de la base imponible fue su forma de asegurar que el flujo de dinero continuara, sin tener que recurrir a medidas más drásticas que pudieran desestabilizar el gobierno.
En conclusión, la Constitutio Antoniniana de Caracalla fue uno de los actos legislativos más importantes de la historia romana, un punto de inflexión que transformó la estructura social y económica del Imperio. Aunque a menudo se presenta como un acto de inclusión y universalismo, la evidencia histórica sugiere que su motivación principal era la de recaudar más impuestos. Al convertir a millones de provincianos en ciudadanos, Caracalla no solo les otorgó derechos, sino que también los convirtió en una fuente vital de ingresos para un estado desesperado por financiar sus ambiciones y su supervivencia.
Con esto en mente, pensá: ¿Qué otros eventos en la historia hicieron que los estados se volvieran más ricos aumentando la población que pagaba impuestos?

FUENTES: Mary Beard, SPQR: A History of Ancient Rome (Liveright, 2015), Edward Gibbon, The History of the Decline and Fall of the Roman Empire (Penguin Classics, 1776), Adrian Goldsworthy, The Fall of the West: The Death of the Roman Superpower and the Birth of Europe (Orion, 2009), The Cambridge Ancient History Vol. 12 (Cambridge University Press, 2005), Fergus Millar, The Emperor in the Roman World (Cornell University Press, 1977), Cassius Dio, Roman History (Libro 78), The New York Times, The Guardian, BBC News, Time Magazine, The Washington Post, Le Monde, La Vanguardia, Il Sole 24 Ore, Der Spiegel, The Economist.


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