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Sarmiento y la educación: Idolatría

¿Por qué existen los títulos universitarios? ¿Quién determinó qué se puede enseñar o quién puede ejercer una profesión?

Interés general06/10/2025Redacción EnSanJuanRedacción EnSanJuan

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En la antigua Grecia existían dos formas diferentes de educación, la ateniense y la espartana. Atenas promovía una educación liberal, basada en la necesidad espontánea de alumnos que buscaban aprender un oficio, una profesión o arte, y pagaban a un maestro, sin que existiera reglamentación o imposición estatal. Un ejemplo de esta postura es Hipócrates, quien afirmó: “Yo no discrimino ni restrinjo el conocimiento, si un alumno quiere aprender sólo le pediré que pague una cuota”. Esta educación ateniense se convirtió en un faro para la civilización occidental que brilla hasta nuestros días.

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Hipócrates 

La educación espartana era el modelo opuesto: el estado controlaba todo y dictaba que el ciudadano debía vivir por y para el estado, convirtiendo la educación en adoctrinamiento puro. Los deseos o aspiraciones personales de los individuos no importaban. Aunque ambas formas fueron acogidas por las civilizaciones siguientes, prevaleció el método espartano: la educación debe servir al estado.

En la Edad Media, la Iglesia Católica buscó imponer una verdad única. La Inquisición comenzó a perseguir a los detractores, mientras distintas órdenes religiosas, especialmente los jesuitas, fundaban universidades. El conocimiento se convirtió en un objeto de admiración casi inalcanzable, y quienes pasaban por los claustros universitarios eran considerados "semidioses" que eran simplemente pomposos privilegiados, de abolengo y contactos de sus familias. La importancia de un título sobre los méritos propios se consolidó, fundando así la educación moderna.

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Jesuitas educando en sus misiones.

Sarmiento y la educación 

En este contexto de dualidad de modelos educativos y sociales se forjó la lucha fundamental de la Argentina del siglo XIX: la oposición entre la "civilización" urbana, liberal y europeizada, y la "barbarie" de las campaña. 

El pensamiento de Domingo Faustino Sarmiento sobre la educación en la época colonial y durante el albor de la Revolución de Mayo (1810-1820) se enmarca en su célebre tesis de la lucha constante entre la civilización y la barbarie, siendo la herencia colonial la fuente primigenia de esta última. 

Sarmiento percibía el clima intelectual de la Colonia como un ambiente dominado por la rigidez escolástica. En este contexto, la Universidad de Córdoba, fundada y dirigía por jesuitas, era vista por Sarmiento como un "claustro" que servía para encerrar y aislar la inteligencia, parapetándose contra toda idea nueva y progresista.

A pesar de ser considerada una ciudad "docta", Sarmiento criticaba que Córdoba, hasta antes de las reformas, carecía de instituciones culturales básicas como diarios y teatro público, y la imprenta era una industria ausente. La vida social e intelectual se estancaba en lo monacal, girando en torno a procesiones y ceremonias universitarias.

El resultado de esta enseñanza desfasada era la separación entre el saber y la práctica, condenando a la inteligencia al ostracismo. Sarmiento observó que en lugar de resolver los problemas naturales por medio de la ciencia (como la química), la educación colonial se dedicaba a las disquisiciones vacías sobre la "esencia y la forma" de las cosas.

Sarmiento también señaló cómo la herencia colonial perpetuó la exclusión social, ligando la educación al privilegio de casta. El mestizaje en Hispanoamérica había dado lugar a una "progenie bastarda, rebelde a la cultura". Prueba de la vigencia de los prejuicios raciales era el caso de un campesino que, en Catamarca, fue azotado por el simple hecho de que se descubrió que sabía leer y escribir.

La sociedad colonial legó además el vicio de la indolencia y la incapacidad industrial. Sarmiento creía que la falta de un estímulo positivo para el trabajo hacía que la población desaprovechara los recursos naturales, lo cual, sumado a la pobreza, provocaba que el pueblo descendiera rápidamente a la barbarie.

Un ejemplo trágico de la extinción cultural, a ojos de Sarmiento, era el destino de los Huarpes de Cuyo. Él temía que la ignorancia y la barbarie dominantes en su propia provincia, San Juan, la llevaran por el mismo camino de aniquilación y olvido, haciendo desaparecer las "ciudades" y convirtiéndolas en simples "aldeas".

Sin embargo, en medio del atraso colonial, el educador reconoció la labor de figuras precursoras de la Ilustración, como el Deán Funes, quien, aun siendo clérigo y canónigo de Córdoba, promovió la inclusión de estudios modernos como matemáticas, derecho público y física en el currículo universitario, a pesar de la fuerte oposición del clero y los frailes. Funes fue así el "precursor de la revolución americana en su manifestación más bella".

Revolución de 1810

La Revolución de 1810 fue un evento clave. Si bien el movimiento de la Independencia fue bien recibido por las ciudades, que abrazaron las ideas de libertad y progreso, para las campañas fue un evento poco inteligible, que solo se percibió como un pretexto para "sustraerse a la autoridad". No obstante, la Revolución dio un cauce a la energía de la campaña y proporcionó ocupación a su "exceso de vida".

El impulso revolucionario se manifestó en la urgencia por fundar una educación nueva y pública. Sarmiento menciona que, en San Juan, el gobierno, imbuido de un "santo espíritu," contrató maestros de Buenos Aires para establecer la "escuela de la patria", un establecimiento que acogió a unos cuatrocientos niños de todas las condiciones. Esta fue, según su experiencia, la "única instrucción sólida que se ha dado entre nosotros en escuelas primarias".

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La propia educación de Domingo Faustino, transcurrió en este ambiente de cambio incipiente. Ingresó a la "escuela de la patria" a los cinco años y asistió por nueve años. Aunque la familia de origen colonial lo había destinado a la carrera sacerdotal, su padre, aunque ignorante, fomentó su afición a la lectura, lo cual se convirtió en un "instrumento poderoso" para suplir su educación formal incompleta.

El joven Sarmiento también recibió una profunda formación moral y liberal. Su madre lo crió en la dignidad de la pobreza y la "veracidad ejemplar". Su tío, el presbítero José de Oro, influyó directamente en su intelecto, transmitiéndole la geografía, el latín y la historia, dejando en su espíritu "instintos por la vida pública, mi amor a la libertad y a la patria".

Sarmiento vio la educación hasta 1820 como un campo de batalla donde la Colonia había dejado un legado de barbarie, indolencia e ignorancia, solo paliado por esfuerzos individuales (como Funes y su propia familia) y por el "espíritu santo" de la Revolución de Mayo. Sin una estructura sólida y la derrota de Rivadavia, esta semilla de progreso sería luego aniquilada por una nueva manifestación de la barbarie: el caudillismo.

FUENTES:  "Facundo o Civilización y Barbarie" (Domingo Faustino Sarmiento, Biblioteca del Congreso de la Nación, 2018), Excerpts from "Recuerdos de Provincia" (Domingo F. Sarmiento, LibrosEnRed, 2007).

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